El logo, una catequesis sobre la esperanza
Presentando en Roma el 28 de junio del 2022 por el arzobispo Rino Fisichella, Pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Lo puedes ver al inicio de esta cartilla. Representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, señalan la solidaridad y la fraternidad que une a los pueblos.
La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella.
Las olas que la rodean y que están en movimiento, indican que la peregrinación de la vida no siempre atraviesa aguas tranquilas.
La parte inferior de la cruz se alarga transformándose en un ancla que se impone sobre el movimiento de las olas.
El ancla es metáfora de la esperanza. De hecho, “ancla de la esperanza” es el nombre coloquial entre los marineros para el ancla de reserva usada en las embarcaciones para estabilizar la nave durante las tormentas.
La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y de la seguridad de la esperanza. Finalmente, se destaca, en color verde, el lema del Jubileo 2025: PEREGRINANTES IN SPEM
Imágenes representativas del año jubilar
El Ancla
La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo. (Bula Spes Non Confundit)
“Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, adonde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.” (Hebreos 5, 17 – 20)
El Remo
Y Jesús nos invita constantemente, y más aún en este año jubilar a remar mar adentro, remas hacia el Reino de Dios. Él nos ha enviado a remar aunque la tempestad está en contra, aunque los tiempos sean diferentes, aunque la escena se vea demasiado oscura y la barca no parezca progresar o adelantar, Jesús nos sigue enviando, porque mientras trabajamos y remamos no cedemos a los vientos, pero anclados en la esperanza remamos a hacia su Casa Celestial.
“Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca” (Lucas 5, 1 – 11).
Se sugiere a las comunidades parroquiales y a los templos jubilares tener estas dos imágenes en sus templos y hacer catequesis que ilumine el caminar de los discípulos en este año jubilar y hasta que podamos encontramos con Cristo en su gloria.