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Quien soy yo

La iglesia Enseña

Es significativo que en el Antiguo Testamento la palabra que aparece más veces después de la divina (yhwh, el «Señor») es «hijo» (ben), un vocablo que remite al verbo hebreo que significa «construir» (banah). Por eso, en el Salmo 127 se exalta el don de los hijos con imágenes que se refieren tanto a la edificación de una casa, como a la vida social y comercial que se desarrollaba en la puerta de la ciudad: «Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; la herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud; dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza» (vv. 1.3-5). Es verdad que estas imágenes reflejan la cultura de una sociedad antigua, pero la presencia de los hijos es de todos modos un signo de plenitud de la familia en la continuidad de la misma historia de salvación, de generación en generación. (Amoris Laetitia, 14)

PIldora de fe

TALLER:
  1. Lean en reunión familiar el Salmo 127 y dialoguen sobre la enseñanza que para la familia pueden sacer de este texto:
Salmos, 127 “1. Si Yahveh no construye la casa, en vano se afanan los constructores; si Yahveh no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia. 2.En vano madrugáis a levantaros, el descanso retrasáis, los que coméis pan de fatigas, cuando él colma a su amado mientras duerme. 3.La herencia de Yahveh son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas; 4.como flechas en la mano del héroe, así los hijos de la juventud. 5.Dichoso el hombre que ha llenado de ellas su aljaba; no quedarán confusos cuando tengan pleito con sus enemigos en la puerta.
  1. Describan brevemente los proyectos de vida de cada uno de los miembros de la familia.